DISEÑO
EN PUENTES
Presentación
Arcadio
Gil
CEO LaSBA
Presidente
Comité Técnico de Ciudades,
Territorio y Cultura CICCP
Fue
el 29
octubre de 2019, terminada una de las sesiones de Diálogos Compartidos
entre la
Arquitectura y la Ingeniería que hemos
organizado durante estos dos últimos
años, cuando, en el vino posterior, me planteó
Jose Romo su idea de poder
organizar en el Colegio un ciclo sobre diseño de puentes.
Ciclo, me explicó, en
el que podríamos dar entrada y voz, no ya a los acreditados
ingenieros que han
estado en boca de todos a lo largo de estos últimos
años, los venerados Javier
Manterola, Julio Martínez Calzón, Leonardo
Fernández Troyano, y otros, sino a la
nueva generación que había crecido a su estela, y
que eran, a pesar de la
brillantez de sus realizaciones, poco conocidos, ni del
público en general, ni
tan siquiera de no pocos de sus propios compañeros de
profesión.
Había
conocido
previamente a Jose en abril de ese mismo año, en otra de las
conferencias del
ciclo de Diálogos,
y habíamos concertado una nueva sesión en la que
él intervendría
en su papel del ingeniero, y uno de los arquitectos con los que Fhecor
colabora
habitualmente, sería su pareja. Fue Juan Laguna, de Rogers Stir, el
finalmente
elegido, y la colaboración en las fases iniciales de los
concursos, el eje
principal de su intervención compartida. La
sesión se celebró el 19 septiembre
y pudimos en ella saborear la complicidad que se desarrolló
al calor de su
diálogo, al igual que sucedió con la otra pareja,
Federico Soriano y Alejandro
Bernabéu, en una de las sesiones que habían
atraído más interés.
Hubo
en aquella
conversación de finales de octubre dos aspectos en la
propuesta que me resultaron
muy atractivos de manera inmediata.
El
primero era la
cuestión del diseño. A caballo de la
técnica y de la cultura, de la ingeniería
y del arte, el diseño es una cuestión capital en
cualquier avance de
realización en la sociedad hoy. Diseño
industrial, diseño arquitectónico,
diseño gráfico, diseño literario,
diseño de moda, diseño escenográfico,
y, por
supuesto, diseño ingenieril. Ya había estado
personalmente muy interesado en la
aproximación que el Colegio había hecho meses
atrás con Modesto Batlle y la
revista Cuadernos de Diseño, iniciativa
interesantísima y prácticamente aislada
en el entorno de la ingeniería civil. E iniciativa que, por
cierto, deberá ser alentada,
de una manera u otra, por el colectivo bajo una forma más
institucional y desde
ámbitos más corporativos. El ciclo iba, pues, a
exponer diseño de puentes.
El
segundo
aspecto era el de la identificación del posible ciclo en
personas concretas, en
ingenieros con nombre y apellidos, en la individualización
que tanto nos cuesta
a los ingenieros asumir. Ya se ha dicho que algo nos siembran en las
Escuelas
que nos hace propensos al trabajo en equipo, al esfuerzo
multidisciplinar, a la
dirección de orquesta, más que al
desempeño individual del solista
protagonista. Cierto es que una cosa no debería impedir la
otra, pero la
realidad es que el autor de un proyecto o de una obra de
ingeniería suele aparecer
oculto tras las señas de una empresa o del simple anonimato.
Es la recurrente cuestión
de por qué los edificios tienen siempre un nombre y unos
apellidos asociados de
quien los proyectó, y por qué un puente, un
túnel, una presa, un dique, un
depósito o un faro no tienen autor identificado. El ciclo
iba a girar, pues,
sobre diseñadores de puentes, y no sobre las empresas que
les apoyan.
Me
he
convencido de que mucho se puede hacer desde el Colegio de Ingenieros
de Caminos
en las dos líneas apuntadas. Y era ésta de
José Romo una ocasión única que
podía perseguir ambos objetivos: promocionar el
diseño como parámetro clave en
el proyecto y construcción de la obra pública, y
promover la identificación y
adscripción de un nombre propio a las realizaciones de la
ingeniería civil.
La
propuesta
conjugaba pues muchos puntos de interés. Debidamente
articulada, nos permitiría
dar continuidad a algunas iniciativas anteriores que habían
perseguido al menos
uno de estos objetivos: la reclamación del Patrimonio
Cultural de la Obra Pública,
la señalización de las obras en carreteras, las
placas o centros de
interpretación en las más singulares, el Premio
Fernández Casado, la aplicación
Going, etc. Son, creo, buenas noticas que estos desafíos se
hayan ya puesto
definitivamente sobre la mesa de nuestra profesión, y que,
como realmente creo,
hayan llegado para quedarse. El Colegio tendrá que empujar
definitivamente y con
determinación la continuidad de estas gestiones e
iniciativas.
Había
un tercer
elemento de interés que se hacía más
evidente conforme desgranábamos los
primeros nombre de esos ingenieros: el factor internacional. La
tremenda
vitalidad de la ingeniería española, siguiendo la
expansión internacional de
las grandes constructoras españolas, ha propiciado el hecho
insólito de que, de
manos de ingenieros y estudios españoles, hayan salido
espectaculares diseños
de puentes en las partes más diversas del mundo, de Rumania
a Perú, de Canadá a
Inglaterra, de Noruega a Arabia Saudita. Un repaso de sus realizaciones
no iba,
pues, a constituir solo un recorrido por nuestra geografía
más próxima, sino un
viaje panorámico por medio mundo.
Volviendo
a la conversación inicial con Jose
Romo a finales de octubre, el paso siguiente fue decidir el perfil
ideal que
debíamos buscar en estos diseñadores de puentes.
Y en el análisis barajamos denominaciones
como jóvenes diseñadores, diseñadores
del siglo XXI, diseñadores emergentes,
diseñadores de futuro, … Dejamos aparcada la
denominación mientras pasamos a
conceptualizar el ciclo e identificar y elaborar una lista de posibles
candidatos.
Serían todos ellos solventes y con carrera profesional
acreditada, pero, además,
convinimos, deberían todos tener mucho futuro por delante
para poder seguir
creciendo como proyectistas de puentes.
Atento
siempre el Comité Técnico de Ciudades
Territorio y Cultura a las iniciativas que van surgiendo,
llevé a su siguiente
reunión, el 3 diciembre, un borrador del ciclo que muy
acertadamente había
redactado Jose. De sus posibles cuatro sesiones en las semanas
centrales del
primer trimestre del año, surgió el nombre del
ciclo: Puentes 2020. Y, cómo no
podía ser de otra manera, el Comité
valoró con enorme interés la iniciativa, y
se aprobó la puesta en marcha de su celebración.
A partir de allí, comenzaron a
concretarse ya algunos nombres, y Jose se encargó, con su
extenso conocimiento,
de ir configurando unas listas iniciales de ponentes. Me
tocó contrastarlas con
los grandes, recuerdo con cariño la visita al estudio de
Javier Manterola y el
repaso que allí hicimos de la que no era entonces
más que una primera lista
tentativa. Y hablé con Paco Millanes, y con MC2.
Con
las aportaciones de unos y otros fue surgiendo
la lista definitiva, y Jose se encargó de ir llamando uno a
uno para
explicarles el proyecto, y sondear su posible interés en
participar en el
proyecto. Por mi parte fuimos buscando fechas libres en el Auditorio
Bethancourt sabiendo que no podíamos ir más
allá de mediados de marzo, para
cuando se preveía el inicio de la campaña
electoral de las ya anunciadas próximas
elecciones del Colegio. Y poca discusión se
suscitó a la hora de identificar
quienes podían ser los moderadores más indicados,
los Ignacio Payá, Carlos
Nardiz, Pilar Crespo, y Jose Antonio Martín Caro quedaron
rápidamente
confirmados.
Me
sorprendió en el balance ya final de la
lista elaborada la muy numerosa presencia de ingenieros e
ingenierías
repartidas por España, mientras que tan solo unos cuantos de
los seleccionados
residen en Madrid. Esto también me permite pensar que el
futuro avanza inexorablemente
hacia la despolarización de la buena ejecución de
los proyectos. Los avances
tecnológicos, con la digitalización en primer
lugar, permiten alejarse de la
centralidad informativa y de documentación. La
ubicación de Escuelas repartidas
por toda la geografía también ayuda a que muchos
de estos profesionales puedan
ser profesores asociados de su materia sin necesariamente vivir en
Madrid. Y,
por último, la internacionalización antes
mencionada deslocaliza al cliente y a
la fuente informativa, y, adicionalmente, potencia la figura de un
estudio más
próximo al territorio y a la dimensión cultural
de la obra pública.
El
resto ya es historia. Los contenidos del
ciclo se hallan ahora recogidos en este magnífico libro, que
nació en los mismos
albores del proyecto, cuando Jose Romo intuyó que el ciclo
iba a brindar una
ocasión óptima para una publicación
que pusiera en valor de forma permanente la
aportación que los 16 proyectistas y sus moderadores iban a
realizar. Ya con
originales de textos e ilustraciones llegando correctamente elaborados
por cada
uno de ellos, el cierre del acuerdo para poder incluir la
publicación en la
colección de Ciencias Humanidades e Ingeniería
del Colegio no se ha hecho
esperar, y así se ha podido cerrar el remate final de la
publicación.
Como
colofón, solo resta desear que este
impulso que, con el ciclo y el libro, cobra el diseño de
puentes, no se detenga
aquí, y que, por extensión, el Colegio de
Ingenieros de Caminos Canales y
Puertos pueda en el futuro, y bajo la nueva Junta de Gobierno que
emerja tras
las elecciones, seguir potenciando y poniendo en valor, a
través de
experiencias similares, ciclos de conferencias, convocatoria de
premios,
oficina de concursos, publicación de libros, etc, tanto el
diseño de la obra
pública como la firma de autor en las realizaciones de la
ingeniería civil. Aquella
inquietud que José Romo me desveló en octubre del
2019 habrá conseguido entonces
dar el salto de dimensión que merecen las iniciativas
visionarias: trascender a
su propia realidad.
Madrid,
2020